Este enero comenzó con un clima gélido y congelado, ideal para ponerse a escribir, acaso los escritores encontrarían inspiración para redactar parte de su obra en los climas más fríos.
Viendo los jardines fríos , sintiendo el aire congelado y las manos congeladas al contacto de salir al jardín.
El jardín invernal asemeja a las promesas que trae el año, aun se hayan congeladas semejante a las gotas en el alfeizar, las frías mañanas, así como estas gotas traen la promesa de descongelarse para servir de alimento para brotar los sueños y glorias de primavera.
Frío y cortante mañana
que con tu brisa envuelves
en una húmeda y helada caricia,
semejante a aquella sensación de desasosiego y desesperanza.
La humedad fría e inflexible,
trae esa sensación de angustia por el porvenir,
pero también trae la promesa de que al salir los primeros
rayos cálidos del amigable sol ,
estos abrazados por su calor, goteara en las matitas del jardín,
trayendo con ello promesas e ilusiones
que florecerán
así como fructificaran en triunfos en el futuro verano alejado.